El Bordo Poniente con 80 millones de toneladas de basura enterrada se transforma en el principal monumento mundial a la ciudad.
“y por aquí y por allá todas sus llagas goteando un agua amarilla, llena de aquel olor que se derramaba por todos lados y se sentía en la boca, como si se estuviera saboreando una miel espesa y amarga que se derretía en la sangre de uno a cada bocanada de aire” Juan Rulfo, "Talpa"
Al subir al relleno sanitario es necesario taparse la cara para poder respirar. Arriba el panorama se asemeja a un paisaje desértico, una interminable planicie, hasta donde se pierde la vista, de tierra arenosa color crema donde rebota el sol creando espejismos. Es muy recomendable no ir al lugar ya que los gases que emanan de la tierra tienen un olor y un cuerpo indecible. Al internarse un poco, se topa uno con gruesos tubos de pvc como chimeneas plantados en la tierra, por donde brota desde el fondo del Bordo, todo ese hedor que impregna pestilente la piel.